Alto Aragón

Isidro Catela: «Adaptar el Evangelio al mundo de hoy no implica rebajarlo»

A las puertas de la Navidad, Catela nos invita a reflexionar sobre el «otro y su realidad» y a acogerlo porque «es bueno que exista»

Isidro Catela, profesor universitario y escritor, ante los cofrades. Foto: J.L. Villar
Lola Gª Casanova
24 diciembre 2025

Isidro Catela ha trabajado al frente de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española, director del programa religioso Testimonio de TVE, colaborador de Cope y otros medios. Además de escritor, profesor universitario y padre de tres hijos. Acudió al Encuentro de Cofradías Penitenciales de Aragón que se celebró hace unos días en Monzón. Un camino profesional recorrido, siempre, a la luz de la fe. 

Abrió su intervención en el Congreso de Cofradías hablando del disco ‘Lux’ de Rosalía.

Quería hacer presente que, en el mundo cultural y desde hace un tiempo, se observa un retorno a lo espiritual. Hay quienes hablan de un renacer de lo católico. Yo no diría tanto, y la considero una afirmación arriesgada. No obstante, sí queda claro un creciente interés por lo espiritual. Y desde ese enganche, hablar de esperanza y de esperanza cristiana y cofrade para ser más concreto. Porque todo el disco, Lux (luz), habla de eso: en medio de las dificultades mantener la esperanza. 

Los cristianos estamos llamados a comunicar esperanza, pero a veces se puede caer en la ñoñería o el dogmatismo.

Se trata de un desafío permanente. En estos tiempos se nos plantea el reto de saber comprender en qué hábitat cultural nos movemos para que la comunicación resulte significativa, además de clara y concisa. Esta situación no significa que la Iglesia no siga elaborando grandes documentos. Pero ocurre que vivimos en la fragmentación, que cada vez se lee menos o textos más cortos. Entonces se plantea la aventura de cómo, partiendo de lo breve, incitar y animar a más. Lo comento a menudo en clase: cómo empezar con una canción de Rosalía para acabar leyendo el Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz. Pues en comunicación sucede lo mismo. Tenemos que ser capaces de enganchar desde un titular e incentivar a que nuestros lectores vayan a más. 

Y como Iglesia, no podemos no dejar de comunicar el Evangelio, hacerlo a «tiempo y a destiempo». Y adaptarlo a esta época no es diluirlo. A mí se gusta hablar de fidelidad creativa a partir del mensaje de la Iglesia. 

¿Cree que muchas veces, los cristianos, caemos en la desesperanza y la autoreferencia informativa?

No sólo en la Iglesia, esto es para todos. Creo que nos miramos demasiado el ombligo y necesitamos ventilarnos porque no existe posibilidad de llegar al otro sin el rostro del otro. Urge salir de nuestra zona de confort, ver otras realidades y entender que es bueno que el otro exista. Y, dar ejemplo, de no polarizar ni ideologizar el Evangelio.

Ideologizar el Evangelio, una gran tentación de todos los tiempos.

¡Y mía también! Empezando por nosotros mismos, por los cristianos. Viendo que la tentación está más presente se necesita más conversión. La propuesta, el evangelio, se dirige a todos y no se deben realizar reduccionismos por clase social, por capacidad económica, por formación… La noticia de Jesucristo es tan buena y la Iglesia atesora un magisterio tan rico, con una tradición tan impresionante, que seríamos verdaderamente mezquinos si no la propusiéramos a todo el mundo. Digo proponer.

También ha dedicado su labor al mundo digital. ¿Qué criterios deberíamos seguir los padres para que nuestros hijos no sean arrastrados por él?

Pues a mi juicio el primer paso es dar ejemplo con una cuestión de cantidad. Y eso pasa por la desconexión. 

No abogo por una ruptura total, pero sí por ser muy conscientes de las horas que le dedicamos, tanto por trabajo como por ocio y desconectarnos porque, sin una sana relación con los dispositivos, cuando permanezco en exceso lo que hacemos y lo que vemos ya no resulta relevante, ni significativo. Acabamos yendo como pollo sin cabeza y nos encontramos en un punto en el que se nos ha ido de las manos.

Han, el último Premio Princesa de Asturias de la Comunicación, habla de «la sociedad del cansancio», por la excesiva conexión y el hiperactivismo. Y es que nos estamos auto agotando. Y esto también resulta una llamada para los cristianos. Antes de ponernos a hacer, el mundo es don y debemos contemplarlo. Saborearlo y saber sobre qué vamos a intervenir. Y, en segundo lugar, criterio. Si las relaciones en redes propician el encuentro personal, ¡fenomenal! Si no… algo anda mal. Lo digital no puede sustituir, ni anular los abrazos o tomar una cerveza con alguien. 

Ahora dejamos el Adviento para adentrarnos en la Navidad.

Decía Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret que Jesús nos ha traído a Dios. ¡Pero a veces nos parece poco! y siendo lo más grande, de ahí deriva todo. Poner el foco en el Dios hecho Niño, hincando ante él la rodilla y no ante nada, ni nadie más, genera una fe alegre y la caridad para transformar el mundo.

Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter

Más en Alto Aragón