Suiza, La Rioja y Pozán de Vero. Tres destinos de un viaje que llevó a Rosa Jiménez de dedicarse a la investigación en Suiza a la farmacia de Pozán de Vero.
¿Cómo acaba una riojana como usted en Pozán?
Acababa de regresar de Suiza, de realizar mi posdoctorado y sin una idea preconcebida. Por lo que me daba igual irme a Cádiz que a Bilbao. Vendían la farmacia de Pozán y vinimos a verla. Nos encajó. El paisaje me recordaba a mi tierra y estábamos relativamente cerca de la familia en La Rioja. Así que fuimos al banco a ver si nos concedían el crédito.
Y, además, vive en el pueblo.
Una vecina más. Llegué hace 26 años y cuando mi hija entró en el colegio era la única de su edad. Hoy observo cómo viven más niños y algunos jóvenes apuestan por quedarse.
Pozán es un pueblo movido, donde se organizan actividades que te hacen salir de casa y se facilita la comunicación entre las generaciones. Yo me he sentido siempre muy bien acogida.
¿Qué ventajas ofrece el trabajo en una farmacia rural?
Quizás, de las más importantes, la suerte del contacto directo tanto con los médicos de familia como con el personal de enfermería.
Esto nos permite una mejor atención farmacéutica y, la verdad, hace que el ejercicio de nuestra profesión resulte muy atractivo, interesante y servicial. Sin olvidarnos, por supuesto, de la cercanía con la gente.
Le tocará, imagino, ser más que una farmacéutica.
Desempeñamos una labor fundamental. Y, en efecto, la confidencia te une a las personas. Se establece una complicidad diferente a la que se puede experimentar en una ciudad. De la farmacia destaco la ayuda profesional y humana que prestamos a la sociedad.
¿Lo vive como una vocación?
Sin duda. La farmacia comunitaria implica una vocación de servicio. Es verdad, que en muchas ocasiones, parte de tu jornada se va en aconsejar, explicar, aclarar o charlar con quien entra en la oficina. Te «roban» tiempo para poder dedicarte a otros temas profesionales, pero nunca debe verse como tiempo perdido, eso no, porque orientar y acompañar a las personas, sobre todo mayores, merece la pena. Se trata de una de las labores más importantes de nuestra profesión.
Pero con tan pocos habitantes, algunas farmacias rurales requieren de apoyo público para seguir adelante.
Al hablar de farmacia rural no podemos pensar en un todo uniforme y homogéneo. Nada tiene que ver un pueblo como Pozán, muy pequeño, pero cerca de una población como Barbastro, con otro alejado de servicios. Y hay que tener en cuenta otro factor, el turismo, que incide directamente en la rentabilidad del negocio. Ni un pueblo de 200 habitantes con otro de 2.000.
Dentro de las farmacias rurales podríamos distinguir dos grupos económicamente hablando: farmacias VEC y no VEC (viabilidad económica comprometida). Hace varios años que la DPH nos da una pequeña subvención a las farmacias rurales teniendo también en cuenta su condición de VEC o no. Y además recibimos una pequeña ayuda en función de nuestras ventas por ser farmacia VEC. Estas ayudas son, la verdad, un complemento que nos permite seguir tirando y, aunque no nos lo solucione todo, no sé cómo nos apañaríamos sin ellas.
En su caso no cuenta con auxiliar.
No me lo puedo permitir. Somos autónomos, se trata de un negocio privado y, a la vez, intervenido. Los costes aumentan cada año. Excepto el precio de los medicamentos, que disminuyen en muchos casos. Además, las guardias no se cobran. Si te vas de vacaciones, no vale el auxiliar, la ley exige que debe haber siempre un farmacéutico, que pagas tú… Y, en estos momentos, además del dinero te topas con otro gran problema, que no encuentras personal. Apenas hay farmacéuticos en paro y que quieran venir al medio rural… ¡casi imposible! Así que si el titular falla, como en mi caso que sufrí una fractura hace poco, te ves obligado a cerrar.
te ves obligado a cerrar hasta que encuentras a un farmacéutico (como he dicho antes, si lo encuentras) que abrirá la farmacia en tu lugar pero que económicamente te resultará inviable.
Otro problema, que a mí me parece importante, es la atención de los botiquines. Para poder hacerlo necesitas un coche, pero no se considera vehículo de empresa, por lo que a lo único que puedes aspirar es considerar el kilometraje como un gasto. Ni la compra del coche, ni los impuestos y seguros relacionados, ni las averías o revisiones desgravan en la declaración de la renta. En mi caso, por ejemplo, ahora que mi hija está estudiando en la universidad, utilizo básicamente el coche para trabajar, podríamos decir que el 70 o el 80% del uso que le doy es para ello, pero prácticamente todo corre de mi cuenta.
El relevo generacional aparece como un problema en muchos sectores, ¿y en farmacia rural?
No somos ajenos en absoluto. Por un lado, encontramos la rentabilidad del negocio, no siempre atractiva. Si a esto le sumamos los horarios: con una disponibilidad casi absoluta, jornada partida, uso del coche indispensable por los botiquines pero que no desgrava nada. Irte a vivir a un pueblo con sus problemas. No pinta muy bien, ¿no? Y reitero, el factor de la vocación.
A usted, le llena…
Yo me siento muy a gusto. Haces de amigo, de consultor… La gente agradece sentirse escuchada.