Somontano

Jesús Bellostas: «A mayo lo conocemos como el «mes de las tortas»»

En Naval, tres casas guardan la llave del santuario de la Virgen de los Dolores; por devoción y por herencia

Pili Sin, Jesús Bellostas y Pilar Güerri, en el exterior de la ermita de Los Dolores de Naval, junto a la campana. Foto: L.G.
Lola Gª Casanova
13 mayo 2024

Llega mayo y con él las obligadas visitas y romerías a los lugares de culto mariano. En el Somontano, tan pródigo en ermitas, en algunas localidades todavía se conservan las llaves de estos templos en casas particulares. 

En Naval, tres casas guardan la llave del santuario de la Virgen de los Dolores. Por devoción y por herencia, como Jesús Bellostas cuyo padre cogió el testigo al fallecer Manuel Sazatornil, el último sacristán y que él sigue conservando como en Casa L’Aguador y Casa El Graso.

Sigue subiendo la carretera. Un poco más, de nuevo curvas y llegamos al santuario de Nuestra Señora de los Dolores. A nuestros pies, la villa de Naval rodeada de una explosión de verdes y matices que sólo una primavera lluviosa puede ofrecer. El edificio, además del lugar de culto, cuenta con dos zonas diferenciadas de comedor y chimenea. Una de ellas permanece abierta de forma permanente. Grupos de cazadores, cuadrillas de amigos y familias hacen uso de él.

Para acceder a la iglesia se debe pedir la llave. En estos momentos las podemos encontrar en casa Banastón, casa El Graso y casa L’Aguador. Jesús Bellostas, Pilar Güerri y Pili Sin representan a estas casas y, además, se ocupan de la ermita, de preparar los actos y de su conservación. “El tema de la limpieza es voluntario, se avisa unos días antes y quien puede, sube”, explican. De esta manera ha pervivido esta construcción por el cariño y la implicación de todo un pueblo.

De hecho, si en el Somontano existe una población que haya permanecido fiel a sus tradiciones y todavía las celebre, ahí está Naval. A mayo, por ejemplo, le conocen como el mes de las tortas. El día 1, en los Dolores, tocó la bendición de términos y reparto de caridad (torta y vino). El 15 llega san Isidro con misa en la parroquial y caridad y el 18 (por ser el sábado más próximo al día 22), santa Quiteria en la ermita de esta advocación. Ahí asistirán a una misa con reparto de caridad y comida de hermandad en sus alrededores. Como recuerda Bellostas “algunos dicen que sólo hacemos fiestas de santos. Pues que sepan que nos queda julio libre”.

“Veo las tradiciones como patrimonio de todos. Con independencia de creer o no creer en Dios, representan nuestra identidad y si las olvidamos acabaremos siendo amoldados a otra cosa ¿Por qué debemos cambiarlas?”, apunta Güerri. 

En este maravilloso lugar y en una mañana gloriosa de primavera, la tradición se mezcla con la devoción. “Hasta aquí llegan personas desde Aínsa hasta Barbastro, de Olsón, Lamata, Lecina, Bárcabo… Muchas personas acuden a la Virgen, vienen a verla, a pedir y a dar gracias”. 

Los de Naval todavía conservan la práctica piadosa de los Siete Viernes anteriores al Viernes Santo. “Subimos a misa y cantamos los gozos que, aunque sean bastante largos, se entonan. En pandemia sustituimos el canto por el rezo del rosario, pero no se perdió la costumbre de los Siete Viernes”, explican. Junto a estas fechas, en agosto y en septiembre encontramos los otros días señalados para visitar a la Virgen de los Dolores. 

Ellos, abren y cierran y si pueden, acompañan a los visitantes, «no dejamos la llave en manos de otros por seguridad, que ya hemos sufrido algún susto. Además, como es tan antigua, resulta muy laminera». 

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