Barbastro

‘A la gente le gusta conocer pequeñas historias. Ese es el motivo por el cual he escrito este libro’ – Paco Bosch

Paco Bosch publicó en abril su obra Crónica del rey olvidado.

Paco Bosch es el autor de 'Crónica del rey olvidado'
Paco Bosch. Foto: S.E.
Adrián Mora Mora
13 julio 2021

El bisabuelo de Paco Bosch fundó hace 100 años el Hotel San Ramón de Barbastro. Aunque ha pasado todos sus años fuera del Somontano, su padre quiso que naciera en Barbastro. No se podía permitir decir que su segundo hijo no tuviera las raíces allí. «Mi padre fue bastante tozudo; el 17 de junio nací y el 21, día de San Ramón, me bautizaron en la Catedral y me llevaron para Barcelona», relata Paco Bosch, que el pasado 21 de abril publicó su novela Crónica del rey olvidado.

Estudió Historia Contemporánea en Barcelona y, posteriormente, trabajó en una entidad bancaria durante más de 40 años. Ahora tiene 63 años, sigue viviendo en Barcelona y siempre le ha gustado mucho escribir. «He tenido el espíritu inquieto y curioso, siempre aprendiendo algo», asegura.

Ahora, tras su Crónica del rey olvidado, Bosch confirma que ya anda inmerso en la creación de una nueva obra que narra la vida de la familia Bosch en Barbastro.

¿Qué nos cuenta este libro, donde hay numerosas referencias a Barbastro y Graus?

– Es un libro que se lee con mucha facilidad; lo coges una tarde y en tres o cuatro horas te lo acabas. Yo no soy escritor, nunca lo he sido. No soy profesional, por lo que ha consistido en explicar mis experiencias dentro de una pequeña historieta. Es como un cuento, una ‘noveleta’. He intentado entretener a la gente y es un libro, bajo mi opinión, para todo el mundo. He aprovechado para meter por el medio toda una serie de informaciones históricas que no las conocemos: un tío mío que ha sido monje del Monasterio de Poblet durante 60 años me explicó una anécdota que aparecía en sus dietarios. Estas pequeñas historias a la gente le gusta conocerlas. A mí me ha gustado explicar cosas, informar y, además, entretener. Ese es el motivo por el cual he escrito este libro.

El nombre de los personajes, ¿es homenaje a personas conocidas de su ámbito más cercano?

– Hay dos tipos de personajes. Una parte histórica, que es absolutamente cierta, y luego hay personajes inventados que están relacionados conmigo. Ya sean compañeros de trabajo, o bien amigos, familiares… Juan Ramón Bosch es un primo segundo mío que es profesor en Barbastro y en Tamarite. Era hijo de Ramón Bosch Sazatornil. Entonces, a un cura de la catedral le he puesto su nombre en el libro. Todos los nombres de los personajes inventados son de gente relacionada conmigo. Cuanto más real es un personaje, más fácil es describirlo. Todos son personajes reales.

El libro contiene en su final un hecho histórico relevante. ¿Este hecho condicionó la trama general de la obra?

– Sí, condicionó la trama general. Me ha interesado mucho que la gente que ha leído el libro me diera su opinión, que me dijeran la verdad y que me ayude esa opinión. Lo que muchos me dicen es que les cuesta dejar el libro. La mujer que cuidaba a mi madre me decía: «Paco, he cogido el libro y mi hija se enfadaba conmigo porque no paraba de leer. Me lo leí en dos noches».

Estamos en un contexto muy real y muy personal, quizá sea eso lo que le diferencia del resto.

– Sí, el contexto es muy real. Yo no soy escritor, hablo de lo que conozco: de Barbastro, de Graus (donde he estado unas cuantas veces), de Barcelona (porque me la conozco como la palma de mi mano), del Penedès. Sí que es muy personal, pero no en cuanto a mi biografía. Yo no aparezco para nada en el libro, pero sí en cuanto a mis conocimientos y mis experiencias.

Es un libro que me ha dado mucho trabajo. Antes de publicarlo se lo pasé a tres o cuatro amigos míos historiadores especializados en épocas concretas para que me revisaran toda la información histórica que yo daba porque me daba pánico cometer algún error histórico. La idea estaba en mi cabeza desde segundo de carrera, con 19 años… Luego me casé, tuve hijos, estudié, trabajé, monté un negocio. Pero esto no llegó hasta mi prejubilación en el año 2016, con 58 años, entonces dije: «tengo que recuperar aquello». ADRIÁN MORA

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