Somontano

Fran Franco: «La primera vez que vinieron a grabarme se me rompió el tractor»

El programa ‘El campo es nuestro’, que emite la televisión aragonesa, ha ganado un premio Ondas. Desde el Somontano, Franco muestra, sin trampa ni cartón, el día a día del agricultor

Natural y cercano, Fran Franco en el interior de su nave, que tan bien conocen los seguidores del programa. Foto: Lola García
Lola Gª Casanova
12 noviembre 2025

Lleva un año saliendo en la tele, en el programa El campo es nuestro, de Aragón Televisión. Dice que llegó al programa por casualidad, pero con dos amigas periodistas y ese desparpajo natural, tenía todo a su favor para ser una de las caras que nos enseña cómo transcurre la vida de un agricultor. Fran Franco, el labrador joven de Adahuesca, que siempre quiso dedicarse al campo, ahora puede presumir de un premio Ondas.

El Ondas se reconoce como el galardón más importante del periodismo en España.

Y nos sentimos muy contentos. En cuanto se ganó, nos lo comunicaron desde la productora. Pero creo que el mérito le pertenece a quienes aparecieron antes que yo y lo pusieron en marcha.

¿Recuerda la primera vez que vinieron a grabar?

Me lo había dejado todo preparado para atenderles. Además, les había contado que iba a hacer una siembra tradicional porque nunca antes se había visto en el programa y a mí, cuando se dan las características, me gusta mantener. ¡Y va y se me rompe el tractor! Y los periodistas me dijeron que por ellos no había problemas, que siguiera y que lo de la avería les gustaba porque era el día a día. Pues entonces, ¡adelante!, pensé yo. 

Aunque al principio, salir en la tele da vergüenza, uno se acostumbra y en casa, a mi suegra y a mi abuela, les hizo especial ilusión verme. Yo probé, total, tampoco perdía nada.

¿Desde el programa le indican qué debe hacer?

No. Cuando me lo propusieron pensé que, ¡con los líos que ya tengo!, sólo me faltaba uno más. Y dejé claro que las grabaciones no podían estorbar mi trabajo. No hubo ningún problema y así se hace, se adaptan a lo mío.

Cuando llega el día sí que pienso con antelación qué voy a hacer. Por ejemplo, si tengo que desenganchar el tractor después de labrar, igual me da hacerlo un día que otro. Para dar variedad o enseñar cosas nuevas. Pero eso lo elijo yo.

Este programa gusta mucho.

A quienes no conocen el campo les enseña. Y a quienes nacieron en un pueblo, pero emigraron a la ciudad, les conecta con la tierra que no pudieron disfrutar. 

Y, ¿a usted?

A mí me satisface dar a conocer las labores del campo, enseñarlas. Aprecio que muestra lo que hacemos con total naturalidad, sin trampa ni cartón. 

Supongo que más de una vez le habrán preguntado si no se quiere ir del pueblo.

Y sí, me marcharía de Adahuesca, pero a uno más pequeño. A Ibieca, el pueblo de mi madre. Cuando voy ahí y veo que todos viven en Huesca, pero llevan las tierras en Ibieca, yo lo haría al revés. Aunque, ¡claro! en sitios tan pequeños la organización familiar cambia. 

Lo primero, que el pueblo te tiene que gustar. Adahuesca ha ido a más, cuando yo era crío vivíamos muchos menos vecinos. Ahora disponemos de guardería y colegio con comedor en ambos. Internet como en cualquier otro sitio, cerca de Barbastro, de Huesca… Sólo falta una tienda, pero bueno, que si uno quiere vivir en el pueblo, lo hace. Eso sí, necesitas carné de conducir, vehículo y no tener pereza para coger el coche.

Parece que se van quedando jóvenes en el campo.

Sí, alguno. Pero para vivir de la tierra necesitas más hectáreas. Si mis padres sacaron adelante a la familia con 80 hectáreas, ahora al menos, se necesitan 200. Y otro tema fundamental lo veo en que el campo se encuentra muy mecanizado y la maquinaria cuesta una barbaridad. Un tractor sale a una media de 1.000 euros por caballo, te cuesta como un piso en Barbastro. Yo, como muchos otros, porque trabajamos con lo que tenían nuestros padres. Si se rompe un tractor, pues a pedir un crédito y necesitas otra vida para pagarlo, no hay otra.

En su sector se quejan de las exigencias burocráticas.

Porque resulta un verdadero problema. Por ejemplo, si falla el satélite que controla los cultivos, antes, el personal de la Oficina Comarcal Agraria se desplazaba hasta el campo en cuestión. Ahora, piden al agricultor ir hasta un punto concreto de la finca por geolocalización y, por un día que va la aplicación, siete no funciona. Papeles y normas una tras otra. Como que, después de la cosecha, no se pueda labrar hasta el 1 de septiembre. ¡Hombre! se labrará cuando toque, cuando la tierra esté en condiciones y no cuando lo diga alguien desde un despacho. Y así con todo. A los mayores los expulsan y, a los jóvenes, nos lo ponen difícil. 

¿Cuál es la mayor recompensa de su trabajo?

Trabajar con ilusión y que la cosecha sea buena. Que cuando llegue el momento de recoger haya cereal, olivas, almendras… 

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