Sobrarbe

Ramiro Gairín: «Quiero conservar lo vivido, que algún día mi hijo lo lea y sepa por qué vivimos así»

Ramiro Gairín, afincado en Fiscal, ha firmado ya 13 poemarios. El último, La vibración del mundo, tras ganar premios con el anterior.

Ramiro Gairín
Ramiro Gairín vive con su mujer y su hijo desde hace tres años en Fiscal. Foto: S.E.
Ruth Zamora Zamora
12 octubre 2025

Ramiro Gairín (Zaragoza, 1980) acaba de publicar un nuevo poemario, La vibración del mundo. Garín vive en Fiscal desde hace tres años, desde donde su mujer, maestra, y su hijo se desplazan hasta el colegio de Aínsa. “Nos movemos por el corazón de Sobrarbe todos los días”, confiesa. Además, su vinculación con el Alto Aragón se remonta a sus raíces familiares: “Mi familia paterna proviene de Capella y Pociello, en Ribagorza”.

El poeta, además, se involucra en la vida cultural de su entorno muy activamente. “Continuando con nuestra inquietud que traíamos de la ciudad, participamos en propuestas culturales y sociales”, explica. Para muestra, un botón, las jornadas culturales de Fiscal y Borrastre Primavera de Palabras. “Las creó la maravillosa Merche Caballud y creo que hemos recibido en los últimos tiempos algunos de los mejores poetas que tenemos en el territorio, directores de cine con sus películas, fotógrafas de renombre, exposiciones, charlas científicas…”, enumera.

Las inquietudes culturales de Ramiro Gairín no se quedan ahí: “Me gustaría gustaría participar o colaborar en más cosas culturales de las que se hacen por la comarca, pues el Sobrarbe se mueve mucho en este aspecto, pero el trabajo, la crianza de nuestro hijo y los tiempos vitales dan para lo que dan”, declara.

La vibración del mundo

El poemario La vibración del mundo, editado este 2025, supone el decimotercero de Ramiro Gairín. El anterior, Carreteras que brillan en el bosque, le proporcionó un gran reconocimiento, con el el Premio de Poesía Ciudad de Salamanca y fui finalista de los premios Ciudad de Churriana y de la Crítica Aragonesa al mejor poemario del año.

Pero el poeta destacaría, además, estos otros: Que caiga el favorito (2011), Por merecer el día (2013) y Lar (2016), los tres publicados en la colección “La Gruta de las Palabras” que dirige Fernando Sanmartín de Prensas de la Universidad de Zaragoza; Aguanieve (Isla de Siltolá, 2015), Llegar aquí (Versátiles, 2020) o Tiempo de frutos (Piezas Azules, 2022).

Nuevo poemario, ‘La vibración del mundo’. ¿Qué recoge?

El libro cuenta y canta la llegada de nuestro hijo al mundo; el debut en la paternidad, como he visto por ahí que lo llaman, la reconfiguración del mundo, que se empieza a ver con ojos nuevos, con los ojos del hijo, recién abiertos. En una reseña reciente, en Estandarte, dicen que quizá la mejor forma de explicarnos el mundo, o de explicarnos qué hacemos en él, sea tratar de explicárselo a un hijo. Y estoy de acuerdo, de eso va el libro.

La última sección del libro contiene tres poemas que funcionan un poco como cartas al hijo, como consejos o promesas, porque en la escritura también quiero dejar testimonio de que esta vida hay que construirla, es un propósito en marcha. En nuestro caso, la creación de una familia, la vida rural elegida. Quiero dejar constancia del proceso, quiero conservar lo vivido, quiero que algún día mi hijo lo lea y sepa por qué vivimos así, cómo lo hicimos. Un par de versos del libro, que están resonando entre los primeros lectores, le dicen al hijo: Hoy sé que la alegría es un oficio / y que lo aprenderás con nuestro ejemplo.

La han calificado como “una imprescindible del otoño”. ¿Cómo lo valora?

Es cierto; en Librújula, una de las principales revistas literarias de ámbito nacional, recién salido el libro lo han elegido como uno de los cuatro libros de poesía imprescindibles para este otoño. Hace ilusión porque el libro está llegando a librerías y ya ha generado interés, ha empezado a salir en medios, tiene ya alguna reseña… Es bueno para el libro y para la editorial, y es indicativo de que uno tiene ya una trayectoria a sus espaldas que hace que, como mínimo, cuando saca un libro los críticos y especialistas van a estar atentos. Hay que tener en cuenta que en literatura es difícil publicar, pero también es difícil que lo que publicas se abra paso en la selva de novedades que se lanzan cada semana. Y todas estas cosas (reseñas, entrevistas, noticias) ayudan a que el libro tenga visibilidad.

Su anterior poemario fue acreedor de varios premios y reconocimientos. ¿Cómo afronta un nuevo libro después de haber sido premiado?

Este último año ha sido muy gratificante por todo lo que me ha traído el libro anterior, Carreteras que brillan en el bosque. Con su premio Ciudad de Salamanca y otros reconocimientos, me ha llevado a altavoces, a lugares, a los que nunca me había asomado. Y allí había lectores nuevos, y en mayor número, y había periodistas, críticos, de los que aún son prescriptores de lecturas, hablando bien de lo que había escrito. Pero en mi caso, de momento, eso ha funcionado más como un refrendo, como un pasaporte para seguir camino y seguir escribiendo, que como una presión paralizante. He seguido escribiendo nuevos poemas de esta vida rural, familiar, natural elegida.

Es verdad que La vibración del mundo estaba escrito y contratado editorialmente antes, y habla de la etapa anterior, pero también es verdad que, después del premio y su repercusión, ha seguido el trabajo, han seguido los versos, las correcciones, el nuevo material, y me he permitido volcarme más en ellos, con más seguridad.

¿Qué le inspira? Imagino que llevará siempre un papel a mano para apuntar ideas, sentimientos, lugares…

Una vertiente de mi poesía ha ido siempre pegada a la vida, a mi vida y mis acontecimientos biográficos, ha sido como una especie de diario en verso. Este volumen es otra entrega más en esa línea, que recoge ese cambio irreversible que supone convertirse en padre y abrazar esta condición ya para siempre, que condiciona a su vez todo lo que has sido hasta entonces.

Por eso, el material inspirador y de sustento de los poemas es la propia vida, y el primer verso, el origen del poema, las primeras ideas pueden venir en cualquier momento, y luego ya se trabajan, lo que haga falta. En estos últimos tiempos, los materiales con los que trabajo, lo que en mi cabeza y mis tripas se mezcla para dar lugar a poemas son la paternidad, la construcción de la familia, el nuevo territorio, el nuevo lugar en el mundo, la búsqueda aquí de una vida intencionadamente diferente, y la naturaleza y el amor, siempre.

Vive en un pueblo, en una comarca como Sobrarbe. ¿Le resulta más fácil crear textos en este entorno que en lugares como su ciudad natal?

He de decir que los dos últimos libros, de los que hemos venido hablando, han sido un poco inesperados. Primero, pensé y sentí que, con los trabajos que acarrea la paternidad, iba a ser muy difícil encontrar tanto los poemas como el tiempo para sentarme a escribir tras las primeras ideas. Sin embargo, los poemas se fueron presentando, aparecieron, necesitaron salir. Y muchos de ellos fueron tomando forma en las noches de porteo para dormir al bebé, en los paseos con carro por el barrio para sus siestas, etc, hasta aparecer La vibración del mundo.

Posteriormente, algo parecido me pasó con el cambio de vida familiar al pueblo de Fiscal: pensé que las experiencias que estábamos viviendo, la necesidad de asentarnos, de hacernos a la nueva vida, iban a retrasar la llegada de los poemas, y no fue así. Enseguida aparecieron, cambiando además de registro porque se había producido un cambio de vida, y apareció en poco tiempo Carreteras que brillan en el bosque. Así que podemos decir que, de momento, sí ha resultado fecundo este cambio de vida para la creación poética, más inspirador.

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