Somontano

La rentabilidad y el relevo amenazan la continuidad de las farmacias en los pueblos

Los cambios sociales y el sistema actual de financiación de la farmacia acorralan a este servicio sanitario. Seis farmacias rurales cerraron en Aragón en 2024

Farmacia-El-Grado
Imagen de archivo de la farmacia de El Grado. Foto: S.E.
Lola Gª Casanova
29 septiembre 2025

Hace algo más de un año que la farmacia de Abiego cambió de titular. Desde ahí, atienden los botiquines de una amplia zona de salud que incluye los pueblos de Ponzano, Lascellas, Azara, Azlor, Alquézar, Peraltilla, Colungo, Rodellar, Bierge o Adahuesca. En total, unos 1.500 vecinos desperdigados por doce municipios entre carreteras secundarias.

Así que, el día a día, supone mucho coche. Vehículo que la titular, Alejandra Bernet arranca en Siétamo, de donde ella es natural y donde también reside. Bernet pertenece a esos escasos jóvenes que siguen apostando por lo rural.

“Después de trabajar en una farmacia en Huesca apareció la oportunidad en Abiego y aquí estoy. Para los licenciados que ni disponemos de mucho dinero, ni somos hijos de farmacéuticos, la única vía para ser titulares pasa por la farmacia rural”, aclara. “No soy la única que ha optado por el pueblo porque hace también poco tiempo, un compañero de promoción se quedó con la de Binaced”.

Alejandra Bernet. Foto: S.E.

La viabilidad económica

Abiego le encajaba, en buena parte, por el factor turismo que incrementa las ventas y, por consiguiente, la rentabilidad. “Se nota el trajín. Por aquí pasan franceses, holandeses, españoles… y se agradece la señalización de la farmacia en las carreteras de entrada al pueblo. A quienes no conocen la zona, las indicaciones les ayudan y, para mantener el servicio, también”. 

En España abren sus puertas cada día 22.231 farmacias, según datos de finales de 2024 recogidos el Consejo General de Colegios Farmacéuticos. Toca a una cada 2.175 habitantes. En Holanda, por ejemplo, hay una por cada 8.577 y en Dinamarca, por cada 12.000. 

De todos modos, la realidad de la farmacia presenta grandes disparidades entre un lugar y otro, entre la ciudad y el pueblo. “No tiene nada que ver un pueblecito con el Coso de Huesca”, aclara. 

 La Diputación de Huesca cuenta con una partida que destina a las farmacias con “viabilidad económica comprometida (VEC)”, (las que no alcanza la facturación mínima establecida por las normativas: dispensación de recetas inferior a los 12.000 euros mensuales o 200.000 euros al año). A las VEC suman otras del medio rural. 

María José Julián, de Sariñena, vive en la capital monegrina y regenta la farmacia de Sena, a escasos 14 kilómetros. Secretaria del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huesca y vocal de Oficina de Farmacia única en su localidad, insiste “más que ayudas deseamos cobrar por hacer ya que nos sentimos personal sanitario infrautilizado”. Y como ejemplos señala los pastilleros dispensadores personalizados (SPD) que llevan detrás un gran trabajo. “En Los Monegros los preparamos para unos pacientes concretos y este servicio lo paga la Comarca”. 

También enumera más labores en salud comunitaria “que podríamos desempeñar y liberar de ese tiempo a otros profesionales”. Otro asunto que las farmacias podrían asumir hace referencia a los medicamentos de la farmacia hospitalaria. En la actualidad, los pacientes deben ir a recogerlos en los propios hospitales. “No existen impedimentos para que se utilice la red de distribución de las farmacias. Se ahorraría tiempo y kilómetros. Sin embargo, no se permite”, señala.

María José Julián. Foto: S.E.

Botiquines y guardias

Al tema de los servicios que prestan, en las áreas rurales se da también la atención a los botiquines que abren en un núcleo coincidiendo con la visita del médico de familia a ese lugar. Todo lo que conllevan los desplazamientos corre a cuenta del farmacéutico porque no se considera vehículo de empresa. Por tanto, ni desgrava impuesto en la compra, ni gasolina… “porque la ley no considera que un farmacéutico precise de vehículo para su profesión”, explica Bernet. 

Además, la normativa también exige que sea un licenciado quien atienda los botiquines, “pero ya se ve que no es posible”, añade. En Abiego la titular ha contratado a dos auxiliares. Uno de los cuales se desplaza a los botiquines como ella. Sin embargo, en Sena o Pozán, sin auxiliares, la propia farmacéutica atiende los botiquines al mediodía o por la tarde, cuando cierra su farmacia, extendiendo así su jornada laboral. 

Por otro lado, el servicio de guardia no se cobra ya que se considera que la rentabilidad se logrará con las ventas, lo cual en los pueblos pequeños no siempre sucede. Llevan a cabo guardias localizadas (no pueden alejarse a más de media hora en coche de su despacho de farmacia) y la regularidad varía de una localización a otra. En el caso de Abiego, en el mes de agosto pasó 24 días de guardia. Aunque, por regla general, está una semana al mes. 

Estas decisiones de guardias y botiquines cuentan con la aprobación del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huesca.

Conciliación y futuro

En un sector tan femenino en España donde el 72 % de sus titulares son mujeres y el 40 % cuenta con más de 44 años, se debe abordar el tema de la conciliación y del relevo generacional en la farmacia rural. Alejandra Bernet se encuentra embarazada. Todavía le quedan unos meses hasta el parto y aún no tiene claro cómo afrontará su baja por maternidad “sin embargo, no dudo de que el bebé se criará en la farmacia”. 

Como autónoma, la ley le obliga a tomarse seis semanas de parón. Si desea que su negocio continúe abierto, deberá buscar un licenciado que, por un tiempo, esté dispuesto a vivir o a desplazarse hasta Abiego. 

Julián insiste en la dificultad de encontrar personal. En España la tasa de paro en este sector es solo del 1’5 %. Y los nuevos egresados se decantan por la investigación, la docencia, el FIR y el sistema hospitalario. “La farmacia comunitaria ya no resulta atractiva. Las prioridades de los jóvenes han cambiado y buscan jornadas de trabajo continuas, vacaciones… Unas condiciones muy alejadas de la realidad de los despachos de farmacia y del medio rural. En mi caso, como en el de muchos, no sé qué es tener vacaciones”, apunta. Y en cuanto a los auxiliares, Bernet resalta la suerte que tuvo al poder formar y contratar a una vecina del propio Abiego. 

En Aragón, en 2024, cerraron seis farmacias en núcleos rurales. Una tendencia que crece. 

Frente a los números, este servicio que cohesiona la España vacía, encarna, como pocos, una vocación de servicio. 

Julián se sincera al decir que ella “no entendería ser farmacéutica en una ciudad. Prefiero la cercanía de la gente, de los médicos y enfermeros. Aquí, a muchos mayores hasta les pides citas o les acercas los pañales a casa para que no los tengan que cargar. Eres confidente y consejero médico. A mí me resulta maravilloso y compensa”. Bernet también insiste en este aspecto social y la cercanía. “En algunas ocasiones, algunos simplemente vienen a charlar. El trato resulta más familiar y eso reconforta”. 

Y Julián, que se define como una “rural convencida”, insiste en que los propios vecinos del pueblo valoren este servicio, al igual que las tiendas u otros establecimientos que puedan, todavía subsistir, en un pueblo. “Entiendo que haya productos que salgan más baratos si los adquieres en una gran superficie o por internet, no puedes competir. No obstante, con esas decisiones vamos matando los pueblos y cuando la tienda o la farmacia cierre ya no se volverá a abrir y, entonces, seguro que lo lamentaremos”.

Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter

Más en Somontano