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Marta Borraz: «Descubrir los nombres de los asesinos de mi bisabuelo me emocionó»

Marta Borraz, de raíces alquezranas, cuenta en ‘Años de vida’ la trayectoria de su abuelo. Una novela que se desarrolla en los años de la Guerra Civil en Alquézar y Casbas, entre otros lugares

La escritora Marta Borraz frente a la puerta de su casa familiar O' Médico, en Alquézar. Foto: Cristina Lanau
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
19 septiembre 2025

Algunas de las estancias de la casa O’ Médico de Alquézar se encuentran paradas en el tiempo. El consultorio del médico Borraz y la capilla de la familia son un ejemplo de ello. Un viaje al pasado que a los lectores de la novela Años de vida, de Marta Borraz, les transporta a los escenarios de este relato.

¿Cómo surge esta historia?

Me llamaba la atención cómo un estudiante de medicina, que cuando estalló la Guerra Civil contaba con 18 años, tenía unos ideales tan fuertes como para alistarse con una columna anarquista cuando a su padre lo habían asesinado los de ese bando. En mi familia desconocían la respuesta… Pero en una entrevista con la nieta de un amigo de mi abuelo, Deo Zabaleta, me dijo que lo hizo por miedo. Allí empecé a pensar que existía algo más que ni mi familia ni yo sabíamos. 

Cuando se abrió la Causa General gracias a la Ley de Memoria Histórica y pude acceder a los expedientes, descubrí que el asesino de mi bisabuelo había combatido en la misma columna que él.

De hecho, en la novela desvela los nombres de sus asesinos.

Para mencionar en la novela a las personas reales que existieron, pedí permiso a sus familias. No obstante, algunos de los milicianos sufrieron las represalias, así como sus familias, por lo que no me quedaba nadie a quien preguntar. 

Este libro ha conllevado muchas horas de investigación previa.

La realidad y la ficción se encuentran muy mezcladas. Me he documentado en los fondos que se guardan en nuestra casa de Alquézar como los diarios, cartas, fotografías… Por lo que encontré un material muy bueno. Por ejemplo, los diarios de mi tía Mercedes, con todas sus anécdotas o las cartas de amor de Maribel, un noviazgo de mi abuelo Alfonso. Luego, en la novela, rellené las lagunas de la realidad con la ficción.

También de la gastronomía, costumbres y música de la época.

La gastronomía que menciono en el libro como el pollo al chilindrón o los «empanadicos» los he comido en mi casa preparados por mi abuela de Huesca. Además, en mi familia cocinan muy bien. 

No obstante, algunos nombres de personas, lugares, marcas o detalles como qué película proyectaban en el cine el día de la revuelta en Zaragoza, ha requerido mucha investigación. Sobre todo, de periódicos de la época. Incluso busqué la cartelera del cine de aquel día. Todo lo que menciono con detalle se encuentra documentado.

El amor cuenta con un gran peso en el relato.

Casi todas las historias de amor son reales. El personaje de mi abuela me costó mucho escribirlo porque la conocí y se murió hace cuatro años, por lo que lidié con una parte sentimental diferente al resto de personajes femeninos. 

Me han dado más quebraderos de cabeza las historias de amor que las de la Guerra Civil. Por la reacción de la gente, tanto por los que conocían a las personas que se mencionaban como por aquellos que se han vuelto locos intentando averiguar quiénes son algunos de los personajes que inventé.

De toda su investigación, ¿qué le llamó más la atención?

Descubrir los nombres y apellidos de los que participaron en el asesinato de mi bisabuelo fue muy emocionante. Y encontrar las cartas del amor de Anciles. También me lo pasé muy bien visitando los lugares de la novela. Cuando escribía una escena, necesitaba verla. Por ejemplo, el recorrido que hace la columna anarquista roja y negra desde el Pirineo hasta Valencia, yo lo recorrí con el coche. 

Narra la historia de su familia paterna. ¿Le ha costado?

Mi núcleo familiar más cercano me ha ayudado mucho. Otros quizás preferían menos exposición, y también lo entiendo. 

Algunas personas lo ven como literatura, aunque esté inspirada en una historia real, y otros no ven esa parte tan literaria.

Su linaje ha sido su inspiración, incluso en los diálogos.

Mi padre se parece mucho a mi abuelo respecto al carácter. Mi tía Mariví también me ayudó mucho. 

Respecto a los diálogos… Me resulta muy sencillo escribirlos. Primero los escucho hablar y luego construyo la situación. A veces voy en la moto, se me ocurre un diálogo y tengo que parar y escribirlo porque los personajes me hablan. No obstante, he contado con buenos ayudantes que me indicaban qué diría cada personaje y de qué manera. También creo que al leer tanto material familiar, como las cartas, integré sus voces. Aunque lo tenía que adaptar al lenguaje de otra época… Debía ir con cuidado de utilizar las expresiones correctas.

Marta Borraz frente a la fachada principal de casa O’Médico. Foto: Cristina Lanau.

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