El estreno de José Manuel Juste como escudero en las fiestas de Barbastro da para una película de Luis García Berlanga. El entusiasmado mulero acabó sobre la carroza de la peña Taurina sin saber muy bien qué hacer, mientras Emilio Fajarnés, el pregonero de aquella época, proclamaba sus versos a lomos de una moto de Protección Civil que conducía Daniel Ribera. Sea como fuere, el burro aquel año, 2004, no se presentó.
Al año siguiente sí y todo regresó al cauce de la tradición. De esto hace ya dos décadas y hoy en día, Juste continúa feliz en su puesto de voluntarioso arriero. ¿Por qué él? Trabajador del Ayuntamiento desde hace más de tres décadas, de todos es conocido su amor por los animales y su disposición a ayudar. Estas cualidades le han llevado también hasta ejercer de mulillas en la plaza de Toros. Así que una cosa llevó a otra. A Fajarnés le comentó que, si en alguna ocasión necesitaban ayuda, ahí estaba él y ahí continúa, en la brecha. Recuerda Juste que cuando en Barbastro todavía quedaban burros, y los cedían para el pregón, él se encargaba de recogerlo y devolverlo, a pie y por las calles. “Había un borrico que cuidaban entre dos familias. En una ocasión, yo lo entregué en la casa del Entremuro que me indicaron. Pero sobre las 10 de la noche me llamó la Policía Local, preguntándome por el animal… qué dónde estaba. Resultó que la persona que lo recibió no avisó a la otra parte, que lo esperaba de vuelta. Así que andaban tan preocupados que llamaron a la Policía para recuperarlo”, recuerda.
Ahora estos burros vienen desde el Bajo Cinca, de una empresa que los alquila para este tipo de eventos. Tan dóciles y acostumbrados a las personas que no suelen dar ningún problema en su conducción. “Goliat ha sido al que más he llevado. En 2016 fue Viola; en 2017, Caped; en 2019 Alcalá, de color blanco. En 2022 y 2023, Alcalá (marrón) y el pasado año, Quel. De Goliat guardo un extraordinario recuerdo. Se trataba de un ejemplar de grandes dimensiones, enorme y muy manso”. Y aunque todos resultan aptos para la tarea del desfile, “cada uno cuenta con su carácter. De hecho, Alcalá (el marrón) le debe de tener miedo a los pasos de cebra porque nos topamos con la sorpresa de que se negaba a pisarlos. No había manera de que los cruzara. Así que tuvimos que evitarlos subiéndonos por la acera para la perplejidad del público. Y otro año, con Luis Montes, el burro se iba dando la vuelta. Creo que porque olía a los burros que venían detrás de nosotros».
José Manuel Juste ha llevado a tres pregoneros: Emilio Fajarnés, Luis Montes y Felipe Salinas Sallán. Él, vestido de baturro, goza del pasacalles sin verlo nunca, pero sintiendo el pálpito del ambiente y la expectación de la gente. “Con sinceridad, yo no sé explicar el desfile, no puedo hablar pues llevo años sin verlo. Aunque sí notamos la atmósfera y la cantidad de público en las calles. Sabríamos decir cuándo toca en día de entre semana o sábado o domingo sin necesidad de calendario”.
Por otro lado, aclara que los aparejos del animal pertenecen al Ayuntamiento. Y cometa que a los antiguos se les perdió la pista durante el traslado de material que se realizó desde las instalaciones de Campsa a la nave de servicios. “No volvieron a encontrarlos y se encargaron unos nuevos a Miguel Echevarría, que son los actuales”.
Durante muchos 4 de septiembre, de su atuendo destacaba el cachirulo. Una pieza de seda centenaria que perteneció a su bisabuelo. Sin embargo, ya no la luce para preservarla. “La guardo en casa. Se encuentra algo deteriorada y ahora la conservo enmarcada. Hay que tener en cuenta que mi bisabuelo falleció en 1914 y las telas se estropean. La he portado con un orgullo inmenso, pero no podía seguir exponiéndola para que se desgastase más”.
Este 4 de septiembre regresó el escudero a las calles llevando a Felipe Salinas, con su cachirulo actualizado y la emoción intacta por formar parte de las fiestas “me entusiasma participar de una manera tan activa, tan viva”.