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Marina Mata toca el cielo de Matosinhos y se lleva el oro

La selección española sub20 vence a Lituania por un contundente 50-102

La selección festeja el título en la pista portuguesa. Fotografía: FEB
Jorge Mazón García Mazón García
10 agosto 2025

En Matosinhos, a orillas del Atlántico, la final del Eurobasket Sub-20 femenino esperaba a dos equipos que ya se conocían. España y Lituania habían coincidido en la fase de grupos, con un precedente favorable para las españolas. Entre las doce jugadoras vestidas de rojo, una llevaba consigo algo más que un dorsal y un apellido: Marina Mata, nacida en Barbastro, llegaba a este partido con la experiencia de otras competiciones internacionales y con las ganas de resarcirse de finales pasadas a sus espaldas.

El pitido inicial marcó un arranque inesperado. Lituania, segura desde el perímetro, convirtió cuatro triples en ocho intentos, imponiendo un 19-16 en el primer cuarto. En el banquillo español, el gesto de concentración de Marina se mezclaba con las indicaciones técnicas que buscaban ajustar la defensa y acelerar el ataque.

El segundo periodo cambió el curso del partido. España encontró la vía para romper la defensa rival, sumando un parcial de 8-21 en apenas seis minutos. El acierto desde el triple, que hasta entonces había sido esquivo, apareció para las jugadoras de Isaac Fernández, sumando siete conversiones en dieciséis intentos al descanso. El marcador reflejaba un 31-56 y la diferencia se ampliaba.

En la segunda parte, la distancia siguió creciendo. España no dejó espacio para la reacción lituana. Marina, alternando minutos en pista con momentos de banquillo, participó en las rotaciones que mantuvieron el ritmo del equipo. El último cuarto sirvió para confirmar un resultado que ya parecía definido: 50-102. España levantaba el trofeo y sumaba su décima medalla de oro en la historia del campeonato.

De Barbastro a Matosinhos

Cuando llegó la entrega de premios, Marina se situó junto a sus compañeras para recibir el trofeo. Levantó la copa hacia el techo del pabellón, como había soñado desde que en 2022, en Budapest, vivió la experiencia de una final mundialista U17 que terminó con derrota frente a Estados Unidos. Esta vez, el final era distinto.

A casi mil kilómetros de allí, en Barbastro, pantallas encendidas y conexiones de streaming mantenían un puente invisible entre el pabellón portugués y la localidad oscense. Familiares, amigos, conocidos y vecinos seguían las jugadas, observando cómo una de las suyas se movía en la pista internacional. Para algunos, era la confirmación de una trayectoria que ya habían visto crecer en el Cadí La Seu; para otros, la primera vez que veían su nombre asociado a un título europeo.

El camino de España en el torneo había comenzado con fuerza, aunque incluyó una derrota ajustada ante Bélgica en la fase de grupos (77-79). En cuartos y semifinales, el equipo mantuvo la concentración, superando un momento complicado frente a Italia, donde una ventaja de 17 puntos se redujo peligrosamente en el tramo final. Esa experiencia reforzó la idea de no dar por cerrados los partidos antes del tiempo reglamentario, algo que se aplicó sin reservas en la final contra Lituania.

Marina, integrada en la dinámica de un grupo con jugadoras de distintas procedencias y estilos, aportó en defensa, ataque y circulación de balón. Su papel, más allá de las estadísticas, se reflejó en la conexión con el equipo y en la disciplina táctica que exige una competición de este nivel.

El sonido de los aplausos en Matosinhos cerró un campeonato que quedará registrado en los archivos de la Federación Española de Baloncesto y, sobre todo, en la historia del deporte barbastrense.

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