Barbastro

Pedro Martínez Hernández: «El Camino lo vivo con curiosidad y como una metáfora de la vida»

Pedro Martínez ha llegado como peregrino a Santiago de Compostela en siete ocasiones. Y no atraviesa la provincia de Huesca por los senderos oficiales, sino que ha trazado su ruta

Martínez fotografía cada río que atraviesa mientras recorre el Camino de Santiago. Aquí, junto al Vero. Foto: Lola García
Lola Gª Casanova
09 julio 2025

Dicen quienes lo han recorrido que el Camino de Santiago engancha, cura, libera, maravilla… Por lo que deduzco que algo tiene el agua cuando la bendicen. En Barbastro, Pedro Martínez Hernández lo lleva recorriendo desde 2002. Cada año varias etapas, nunca lo ha completado del tirón.

Usted aboga por marchar en soledad. 

En dos ocasiones lo hice acompañado y, con sinceridad, creo que cada uno debe conservar su propio ritmo  y sus horarios. A mí, por ejemplo, cuando llego al albergue me gusta tumbarme un buen rato en la cama, despierto, a descansar porque el cuerpo lo agradece. Si vas en grupo sería más difícil de cumplir. 

Recomiendo que, aun yendo varios, cada uno mantenga su estilo que ya coincidirán al final de la etapa. 

De todas forma, uno nunca está solo. Se traban nuevas amistades y luego, al caminar está el yo físico y el yo de tus pensamientos.

¿Qué mueve a hacer el Camino de Santiago?

Hay muchos motivos: religiosos, metafísicos, culturales, como desafío y reto personal. Lo cierto es que siempre ofrece novedades. A mí me saca de mi rutina y me permite soledad.

Usted sale desde Barbastro, pero no se guía por el camino estipulado.

Alguien me dijo que el peregrino parte desde su casa, así se hacía en tiempos pasados, no tiene sentido acudir a un punto concreto. 

Mi primera etapa va desde mi casa hasta Angüés (pasando por Azara). De ahí a Huesca, Ayerbe, Biel, Uncastillo y Sangüesa. Ahí me uno al Camino Francés. En las primeras tres etapas, regreso en transporte público a dormir a casa. Voy por otros senderos y carreteras. 

Esta primavera, de no usar el gps, me hubiera perdido en varias ocasiones por el estado de algunas vías. Las generosas lluvias las han llenado de maleza y en otros tramos no se encuentran marcas. 

Por otro lado, he visto cascadas y agua en lugares inimaginables.

¿Qué opina de la ruta que atraviesa Ribagorza?

El GR-17, el que baja desde Arán, pasa por Roda de Isábena, Torreciudad y llega a Barbastro cuenta con alguna etapa bastante larga. Además, carece de infraestructuras para peregrinos. Por tanto, mientras no se ofrezcan servicios no habrá desarrollo. ¡Una lástima! ya que podría resultar muy interesante para la gran cantidad de franceses que cada año van al Camino. 

A la etapa que va desde Barbastro hasta Berbegal le falta señalización. También resulta difícil cruzar la N-240 y, a veces, se complica muchísimo. 

En Barbastro se unen los dos caminos, y podría ser un punto importante. Pero no hay nada, ni señales para llegar al Pueyo.

¿Qué etapas del Camino le gustan más?

Precisamente las que me tocará hacer la próxima vez: desde Burgos hasta León. Un paisaje llano y monótono que exige concentración.

Y, ¿lo negativo?

Que se está perdiendo lo de cargar con la mochila que para mí supone la esencia del caminar. Ahora muchas personas contratan a empresas de transporte que van llevando el equipaje de un alojamiento a otro. En vez de cargar mochilas, ves maletas de un lugar a otro. No lo considero peregrinar. 

 A veces también observas muchas picarescas en los albergues.

Picaresca que no inseguridad.

A excepción de algún caso aislado, el Camino de Santiago ofrece seguridad. Un asunto que valoran mucho los extranjeros, sobre todo, los que llegan desde Hispanoamérica. 

Alguna anécdota en cuanto a gentes que uno se encuentra.

Una vez conocí a un mexicano, dueño de una red de concesionarios de coches, y en su círculo explicó que venía a España a visitar fábricas de automoción porque, según me comentó, nadie iba a comprender que cruzara el océano para caminar durante días.

¿Sigue la regla de por  70 kilos de peso, siete de mochila?

No. Cuanto menos peso, mejor. El primer año llevé un equipaje enorme, demasiado. Ahora he aprendido a viajar más ligero porque la mochila, pesa. Y hablamos de un día tras otro con carga. Cuando vas a poner algo pensando en «por si acaso», te aseguro que te sobra y no te hará falta.

Y, ¿si salen ampollas?

Tengo mi propio truco personal. Guardo en mi botiquín una jeringilla de insulina. Extraigo el líquido y, sin romper la  piel, inyecto Betadine. Escuece una barbaridad, pero funciona. Al día siguiente, a caminar. 

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