La doctora Emilia Cancer, endocrina, aclara temas vinculados con uno de los grandes desafíos de nuestra sociedad: los kilos de más que se asocian con enfermedades. Cancer trabaja como jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Fuenlabrada (Madrid).
¿Por qué la obesidad se considera un problema de salud pública de primer orden?
Por su relación directa con muchas enfermedades. Diabetes tipo II, cardiopatías, infartos cerebrales, infertilidad, hígado graso… y hasta nueve tipos de cáncer se vinculan de forma directa con los kilos de más. Por otro lado, afecta al estado de ánimo y al desempeño de las tareas cotidianas.
Cada año en el mundo 2’5 millones de personas fallecen a causa de la obesidad y la Organización Mundial de la Salud se refiere a ella como la pandemia silenciosa. España se sitúa como el cuarto país del mundo en obesidad infantil y, en cuanto a adultos, a la mitad de la población de nuestro país le sobra tejido graso.
Por eso nos preocupa tanto y porque se trata de un tema complejo que atañe también al ámbito científico, político y económico.
Pero siempre ha habido personas más gruesas que otras.
El problema viene dado por el exceso de tejido graso. No hay que centrarse tanto en el peso ideal porque este no existe. Nos guiamos por el índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la estatura en metros al cuadrado y sirve de orientación. Si supera el valor 25, debemos preocuparnos. Aunque, con los mayores, la alerta salta a partir de 27. La persona tendrá que acudir a su médico de atención primaria para una valoración.
Los kilos de más nos quitan años de vida.
Sin duda. Se ha demostrado que entre 5 y 20 años. Pero existe una buena noticia: se previene. Aunque tampoco debemos ser simplistas y relacionarla sólo con la alimentación, la obesidad presenta gran complejidad, pero insisto en nuestra responsabilidad de cuidarnos. Llevar una dieta saludable y hacer ejercicio se encuentra a nuestro alcance.
En cuanto a la obesidad, como enfermedad crónica, inciden factores ambientales y psicológicos. Ahora han aparecido fármacos que ayudan. Sin embargo, estos medicamentos suponen un coste para el paciente y tratar la obesidad exige un abordaje único para cada persona.
No cabe duda de lo pernicioso de los productos procesados.
Por ello, optaremos por alimentos frescos, de temporada y volver a cocinar. Recuperemos la dieta mediterránea que incluye legumbres, fruta, verdura, pescado, frutos secos, lácteos, aceite de oliva y carne (con preferencia de las blancas sobre las rojas).
Nosotros tenemos la suerte de que esta dieta forma parte de nuestra cultura. Mientras que, para los países que no poseen esta herencia, cambiar los hábitos entraña un desafío mayor.
Pero la cesta de la compra se ha encarecido mucho.
De ahí que la obesidad precise de un abordaje múltiple, también político. Sin embargo, el chocolate no suele faltar en ninguna casa y, ¿a cuánto sale el kilo? Si lo comparamos con un kilo de pescado blanco congelado… Y del pescado obtienes varias raciones, proteínas de calidad, te nutre. No así el chocolate.
Aconsejo acudir al mercado con la lista de la compra preparada, ceñirnos a ella, no adquirir más de lo que se necesita y no caer en tentaciones. Porque, sin darnos cuenta, la encarecemos con productos añadidos. ¡Ah! Y si no sabes qué regalar, ¡aceite de oliva virgen!
Desde las administraciones se han establecido estrategias que debemos velar porque no se queden sólo en el papel sino que se cumplan y desarrollen. Por ejemplo, que desde Atención Primaria existan perfiles profesionales que ayuden a las personas obesas.
El sobrepeso en los mayores, ¿se aborda de forma diferente?
Les diría, como al resto de la población, que cocinen, que opten por la dieta mediterránea y hagan ejercicio.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que con la edad la composición del cuerpo varía: se pierde masa muscular, se gana grasa y se realiza menos actividad física con lo cual aumenta la posibilidad de sobrepeso.
No obstante, tampoco nos interesa una dieta muy restrictiva por el riesgo de desnutrición y porque favorece la aparición de sarcopenia. Una condición que, al avanzar mucho en la edad, es casi inevitable. Por ello, ahora trabajamos con el objetivo de que envejezcamos sin ese deterioro de la masa muscular.
Así que con un mayor con obesidad, y quizá sarcopenia, primero se analizará su ingesta diaria y semanal. Y, de forma personalizada, se establecerá un menú basado en las recomendaciones de la dieta mediterránea, pero con menos grasa, raciones un poco más pequeñas (aunque manteniendo la proteína) y el ejercicio físico adaptado a las circunstancias de cada persona. No hace falta caminar o nadar, existen otros ejercicios que se pueden realizar sentados. El caso es movernos.