Leo en el anterior número de El Cruzado (teniendo en cuenta que lo recibo con cuatro días de retraso, a pesar de mis protestas a Correos), que un empresario de Barbastro dice textualmente “Hoy el principal desafío para el empresario es la falta de mano de obra, cualificada o no. No hay gente”.
Esta frase me trae a la mente un hecho que viví personalmente en los primeros años de la Transición. En una de las varias votaciones que se produjeron en aquel tiempo, tuve que estar como apoderada por UCD en un colegio electoral. En un cierto momento, sale un hombre y dice: “Ya hemos votado. Y hemos votado por el partido que promociona el paro, porque vivimos muy bien (en realidad fue otra palabra, que prefiero omitir), porque cobramos a fin de mes sin pegar golpe”. Esta frase se ha quedado grabada en mi mente, porque con personas así, difícilmente sale un país adelante.
He oído varias veces que hacen falta en España ochocientos mil trabajadores para cubrir las necesidades de los empresarios.
Aquí puede haber dos cuestiones: o los empresarios no pagan lo suficiente para que los puestos de trabajo sean apetecibles, o las ayudas que se ofrecen a los parados son tan suculentas que merece la pena vivir de ellas.
También he oído muchas veces que el Gobierno va a dar ayudas para casos con escaso sentido de la oportunidad. Pero no se equivoquen. El Gobierno no da nada. El Gobierno da de lo que recauda de los sufridos contribuyentes y no siempre gasta el dinero en mejorar la vida de los ciudadanos. Pero parece que eso da votos.
Y a este respecto pienso en el dinero que se gasta inútilmente en el Congreso y en el Senado para la traducción simultánea de las diferentes lenguas cooficiales de España, cuando todos, absolutamente todos pueden entenderse en la hermosa lengua castellana ¿Era más necesario esto o dotar de presupuesto la Ley ELA?
Por otra parte, esas personas que tan bien viven de las ayudas del Estado, quizá sería bueno que se les obligara a hacer, al menos una hora diaria, de algún trabajo social para compensar de algún modo esa ayuda que reciben de la sociedad. Que no del Gobierno.