En fecha indeterminada, pero a partir de la reconquista de la villa de Graus por Sancho Ramírez en 1083, unos resplandores señalaron la concavidad de la roca donde se encontró una imagen de Nuestra Señora. Ahí nació la Peña, y al amparo de la sierra del Morral, se construyó una capilla románica. Hoy, todavía se conserva una parte del muro de la construcción románica del s. XIII.
Años más tarde, y según avanzaba la frontera de los territorios cristianos, se cuenta que un pastor, de nombre Balandrán y natural de Morilla de Ilche, estaba apacentando un pequeño rebaño en unas tierras denominadas El Pueyo. De repente, llamaron su atención unos destellos que emergían de entre las ramas de un almendro.
Allí estaba Ella, la Reina de los cielos, que le transmitía un mensaje, que él, Balandrán, tenía que trasladar al Concejo y a la Ciudad entera de Barbastro: según el deseo de la Virgen habría que levantar una capilla en la cumbre del montecillo, al lado mismo de donde se hallaba el almendro de la aparición. Acababa de nacer el Santuario de El Pueyo. Corría el año 1101, un año después de la conquista de Barbastro por el rey cristiano Sancho Ramírez. El primer documento conservado que cita este lugar se fecha en 1251 y lo firma el rey Jaime I el Conquistador.
También se vincula con el rey Jaime I el Santuario de la Virgen de la Alegría de Monzón. El origen del culto se remonta al encuentro de la imagen por unos pastores que le dieron el nombre de La Alegría y, cuenta la tradición que ese rey le profesaba verdadera devoción. Este santuario se sitúa en el cerro de Las Cellas, lugar de asentamientos humanos desde tiempos remotos.
Leyenda, misterio y religiosidad popular tejen los orígenes similares de estas devociones. Un culto que ha perdurado a través de los siglos y que explica la profunda ligazón con la Virgen de estas poblaciones.
“Uno podrá creer o no en Dios, ir a misa o no. Sin embargo, esta devoción persiste. Los vecinos se identifican con ella”, comenta Juan Acedo, presidente de la Asociación Nuestra Señora de la Alegría. Porque, como explica Jorge Belloc, de la Asociación de Amigos de El Pueyo “como El Pueyo, pertenecen a todo el mundo, no se puede reducir a una propiedad inmobiliaria. Ahí se encuentra Nuestra Madre y su cariño llega a todos”.
En la historia
La vinculación de estos lugares de peregrinación mariana con sus pueblos queda bien patente en el devenir de Barbastro, Monzón y Graus. De hecho, explica Jorge Espuña, de la Asociación Amigos de la Virgen de la Peña, la raigambre entre Graus y la Peña llegó a tal punto que las casas nobles de la villa la favorecieron y mimaron “de tal modo que atesoraba notables obras de arte. Por desgracia, el 15 de agosto de 1936, los milicianos republicanos le prendieron fuego con saña, arrasando todo. Aun así, en los años miserables de posguerra, los grausinos, a través de donaciones, la recuperaron”.
En Barbastro, el episodio más destacado nos sitúa en 1843, como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal. Esta decisión política supuso que el Estado expropiaba terrenos de la Iglesia para subastarlas. La noticia alertó a los barbastrenses y los pudientes crearon la Sociedad del Patrimonio de El Pueyo y con algo más de 16.000 reales de vellón pujaron en las subastas, una en Barbastro y otra en Huesca, para que el enclave perviviera. Este hecho histórico, se recordó en dos carreras por relevos que unieron ambas ciudades y que impulsaron, en 2017 y 2018, la Asociación de Amigos de El Pueyo y el Club de Atletismo de Barbastro.
La labor de las asociaciones
En Monzón, por ejemplo, la ermita ha pertenecido al Consistorio desde época medieval. En la capital del Cinca Medio, uno de los días grandes de la localidad se vive el Lunes de Pascua. Bautizado por ello como el Día de la Alegría, miles de romeros se acercan hasta el santuario. “Creo que no hay nadie en Monzón que no haya visitado la Alegría. Sobre todo, en esa jornada, las misas están abarrotadas”.
Ellos se encargan de organizar las celebraciones con la Unidad Pastoral e instalan un puesto de venta con artículos de promoción y recuerdo tales como pulseras, cintas (similares a la medida de Nuestra Señora del Pilar), rosarios, medallones… Pero, excepto en esa jornada, el día a día resulta mucho más apacible y tranquilo.
La ermita se abre sólo durante los fines de semana y en el mes de mayo se celebra una eucaristía los sábados a las 8’45 horas “a la que acudimos los habituales”. Por el contrario, al haber sido escogido como templo jubilar sí están notando una mayor afluencia de fieles pero, llegados en su mayoría desde fuera de Monzón.
El Pueyo
El monasterio de El Pueyo cuenta con la singularidad de la vida monástica y las celebraciones y liturgias de la comunidad del Verbo Encarnado se abren al público. Además, siempre están disponibles para confesiones. Belloc define la relación de la entidad que preside con la comunidad de vida contemplativa como “de colaboración, cercanía y confianza. Ellos han trabajado mucho por El Pueyo”. Entre ambos, el complejo luce espléndido. “En los últimos 20 años, la asociación lleva invertidos casi 300.000 euros”.
La primera actuación, de 14.000 euros, se destinó a adecentar la ermita de San José, que, por aquel entonces, albergaba corderos. También se ha intervenido en la conservación del Sagrado Corazón, la climatización de la hospedería, cambio de ventanas, depósito adicional de agua, fachada del camarín… A pesar del vínculo que une a Barbastro con su patrona, Belloc sostiene que no todos los barbastrenses lo conocen. Asimismo, lamenta que se ignore uno de sus grandes tesoros: la biblioteca, que se puede visitar y donde se conservan valiosos ejemplares. Además, el conjunto dispone de una hospedería.
El Lunes de Pascua, Barbastro celebra su tradicional romería a este centro de devoción mariana. Una festividad que se ha quedado reducida al acto religioso-institucional y con escasa asistencia. “Debemos tener en cuenta que no se trata de un día festivo oficial. Además, desde que se prohibió hacer fuego, las cuadrillas de amigos y familias desaparecieron y, en general, apenas se sube en ese día, tan sólo algún devoto. Para revitalizarla, hemos hablado con el Ayuntamiento en varias ocasiones, aunque no logramos dar con la clave. Por el momento, se ofrece un autobús que cubre la distancia desde la plaza del Sol hasta el conjunto y que demandan los mayores”.
Sin embargo, durante todo el mes de mayo, llegan hasta ahí numerosas peregrinaciones desde pueblos vecinos y entidades (como cofradías penitenciales de Barbastro) y también píos que visitan a Nuestra Señora. Aunque resulta difícil de cuantificar el número de personas que llegan al santuario, su procedencia es diversa y el trajín constante, tal y como se recoge en los libros de visita de la iglesia.
La Peña
Por su parte, en Graus, la basílica de la Virgen de la Peña se encuentra incardinada dentro de la vida cotidiana de la villa. Se juega en sus alrededores, se sube a pasear, a disfrutar del paisaje y, en verano, se busca el alivio en esos grados menos de temperatura que hacen las tardes de estío más llevaderas. Acoge actos culturales y también sacramentos… “Su proximidad al núcleo urbano favorece esta relación con todos los grausinos, pero, de manera especial con los que viven en el casco antiguo” señala Espuña. En Graus, no se concibe que un vecino no la visite. “Siempre habrá un motivo para ir y no tiene por qué ser religioso”.
De estas tres entidades, la gradense ofrece un abanico de actividades más amplio ya que, además de dedicarse al mantenimiento del conjunto arquitectónico, ofrece desde hace años jornadas culturales y otras propuestas como conciertos. En ese empeño por mejorar, recurren a las administraciones. De hecho, a través de la Comarca de Ribagorza han conseguido fondos europeos para financiar un mapping que reproduzca el antiguo retablo manierista que ardió en la Guerra Civil. Esta técnica visual es posible gracias a las fotografías anteriores a 1936 que existen y “esperamos estrenarlo este verano”, afirma Espuña.
Darse a conocer
Estas asociaciones comparten el objetivo de la conservación de los edificios y la divulgación de la devoción mariana. Pero con diferencias, pues la Alegría pertenece al Ayuntamiento de Monzón, por tanto, la parte fuerte de las inversiones corre por cuenta del Consistorio. No obstante, ellos colaboran y también realizan mantenimientos como desbroces o cuidado del entorno. La Peña y El Pueyo pertenecen al Obispado de Barbastro-Monzón y sus asociaciones invierten más en el embellecimiento y conservación de ambos conjuntos.
En cuanto al número de socios todas ellas superan los 300, pero los empadronados en Graus no llegan a los 3.400, mientras que Monzón supera los 18.000 habitantes y Barbastro roza esta cifra. De todas formas, explican, los socios no se circunscriben a estas poblaciones, sino que llegan de muchos otros lugares. La cuota mínima se estipula en 15 euros al año y desde ahí “cada uno puede aportar lo que desee”, explican.
Como nota curiosa se cuela Georgina Rodríguez, pareja del futbolista Cristiano Ronaldo, quien pasó una temporada trabajando en Graus. En el episodio de su serie de televisión en la que narra su vida, Rodríguez descubre su fe y sus asiduas visitas a la Peña en aquellos meses (con imágenes del interior y del exterior de la basílica). Espuña comenta jocoso que «aunque siempre implica promoción que una persona tan popular hable de la Peña, como en los reality show todo sucede a gran ritmo, todo se olvida rápido y no ha supuesto ningún impacto».
Templos jubilares
Estas tres iglesias han sido elegidas como templos jubilares en este año. Y, como asociaciones marianas, pretenden difundir la devoción a la Virgen en estas advocaciones concretas. Un sentimiento que ellos vivieron dentro de sus familias y desean transmitir. Belloc recuerda que él comulgó en El Pueyo y su madre perteneció al grupo de fundadoras de la asociación que ahora él preside. “La devoción a esta Virgen se nota en la historia de Barbastro. No se comprenden la una sin la otra. Por eso animo a que se conozca”.
En Monzón, y para acercar el culto, Acedo conserva en su mente varias ideas. Una de ellas sería que, durante unas semanas, la imagen bajara desde el santuario hasta el convento de las Hermanas Clarisas de la localidad. “Estoy seguro de que recibiría muchas visitas. Sobre todo lo agradecerían los mayores”.
Por las peculiaridades artísticas de estos enclaves, su belleza y significado en la idiosincrasia de los pueblos, todos los presidentes consideran interesante darlos a conocer más allá de la localidad. “Entre Barbastro, Monzón y Graus y hasta Roda, no estaría mal organizar viajes para ir a uno u otro”, comentan. “A veces no prestamos atención a lo próximo”, inciden.