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Fina Cortés: «Mi vida es esta: mi trabajo y Rodellar y me resisto a la jubilación»

Fina Cortés sigue en activo a sus 75 años. Y, aunque le gusta lo que hace, sabe que ha llegado el momento de abordar con sus hijos el tema del relevo. Y mientras llega, sigue feliz en su trabajo

Fina Cortés y su marido, Pepe Serena, abrieron en el año 1990 un campin en Rodellar, un lugar "remoto". Foto: L.G.
Lola Gª Casanova
22 noviembre 2023

Conversar con Fina Cortés tiene premio; no sólo por cómo es ella, sino porque iba a disfrutar de una mañana de viaje hacia Rodellar. Al final, no pudo ser porque Fina bajó a Barbastro para asistir a una jornada de relevo generacional. Ellos, como tantos otros empresarios de su generación, están en este punto.

Dos de sus hijos ya se implican en el negocio familiar.

Pero aún no podemos hablar de cambios. Debemos abordar ese asunto en familia, ya que todavía no hay nada en claro. Por encima de todo, prima su libertad. 

Pero, ¿le gustaría que continuaran? 

¡Claro que sí! Pero es su decisión. 

Hace unos días le concedieron un reconocimiento provincial como mujer emprendedora.

Me están llegando unos premios que no merezco. Yo no me considero pionera. Que me llamen así me da igual porque yo estoy muy feliz trabajando y, cuando haces lo que te gusta, no es trabajo.

Pero llegó a Rodellar en 1987, un lugar remoto de Guara.

¿Remoto? Aún sigue así, sobre todo por lo que respecta al servicio de internet. Sufrimos una cobertura muy deficitaria, con mal servicio. Y hay que cobrar, pagar, gestionar reservas, administración electrónica… Para mí, nuestro principal problema en Guara se llama cortes de internet. Hemos vivido un verano horroroso. Además, tampoco llega ningún transporte público.

Ni su marido, ni usted descienden de Rodellar, ¿cómo llegaron hasta ahí?

Mi marido pescaba en el río Alcanadre. Vio que había franceses por ahí, vio un terreno y lo compró. Él siempre ha tenido una visión muy larga para los negocios. Yo le seguí, fui a remolque. Aunque al principio no buscábamos nada. La primera vez que lo pisé, pensé. «¡Dios mío, dónde me he metido, un secarral!». Pero el valle de Rodellar encierra un misterio que engancha. Y aquí sigo. Primero construimos y abrimos el campin y hace unos años, el apartahotel. Bajo poco a Barbastro.

Y se llevaron a sus cuatro hijos.

En aquellos años, también buscábamos un ambiente sano para los chavales. Con cuatro hijos había que ocupar los veranos y ellos trabajaban también con nosotros. Ten en cuenta que se trata de un trabajo de temporada. Aunque ahora el apartahotel abre todo el año.

¿Qué sentimientos guarda de aquella época?

Disponía de poco tiempo para pensar en mí… Solo había tiempo para buscar soluciones porque surgían muchos problemas, mucho trabajo y cuatro hijos que sacar adelante. Las obras del campin transcurrieron poco a poco, todo muy casero y con cautela dentro de nuestras posibilidades económicas.

En estos años, ¿ha visto si han funcionado las campañas de publicidad de instituciones?

En mi negocio en concreto, no. En otras localidades, lo desconozco. El desarrollo turístico del valle de Rodellar se debe al boca oreja. Un lugar maravilloso que se llena de senderistas, escaladores y barranquistas. No olvidemos que en Rodellar se encuentra una de las mecas de la escalada y viene gente de todas las partes del mundo. Y continúa predominando el turista francés, eso tampoco ha cambiado en todos estos años.

¿Se conoce en Barbastro la sierra de Guara?

Yo creo que no. Se visita Alquézar, las pasarelas pero, en verdad, no se han adentrado mucho más. La sierra de Guara permanece como una cercana desconocida.

Una curiosidad, ¿ha bajado algún barranco?

Uno, para que no se diga. El barranco Torla, un afluente del Balced. Bastante desconocido, con rápeles, toboganes… Corto pero intenso. Al acabar ya supe que tenía bastante porque yo estoy a lo que estoy: a trabajar. Y no podía romperme una pierna en un barranco.

¿Sufren las dificultades de encontrar mano de obra?

No, porque siempre contamos con escaladores dispuestos a trabajar unos meses en un lugar como Rodellar. Por tanto, no nos acucia demasiado la búsqueda de personal y solemos solventarla con relativa facilidad. Pero todo gracias a los deportistas y al entorno.

Sigue en activo. ¿No le atrae la jubilación?

Es que soy muy feliz trabajando, por eso me resisto. No por egoísmo o porque me crea imprescindible, sino porque mi vida es esta y no me cuesta esfuerzo. 

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