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Marta Sanz: «Las sociedades que maltratan a su cultura hablan mal de sí mismas»

La madrileña Marta Sanz fue la presidenta del jurado del Premio de Novela ‘Ciudad de Barbastro’.

Marta Sanz
Marta Sanz. Foto: P.A.F.
Pablo Alvira Fuertes Alvira Fuertes
01 junio 2022

La escritora madrileña valora positivamente el crecimiento de los premios literarios de Barbastro y analiza su oficio «asociado a la educación y no al espectáculo»

Cómo presidenta del jurado del premio de novela, ¿qué le ha parecido la novela ganadora? 

Lo que más me ha interesado de ‘Una luz prodigiosa’, de Menchu Gutiérrez, es que es un proyecto literario donde es menos importante la narratividad, esa especie de a ver qué va a pasar al final que impregna toda nuestra concepción de la literatura y de la novela, para dar más peso al lenguaje y a su relieve. En particular, esta novela trabaja con las maravillosas metáforas de la ventana como lugar que se puede traspasar, pero también un lugar a través del cual se puede ver la realidad. Me gusta mucho cómo se mezcla una mirada poética con una mirada narrativa. 

¿Y el nivel del Certamen Literario de Barbastro? 

Los premios de Barbastro van ganando peso de año en año. Es muy importante que una editorial como Galaxia Gutenberg apoye este Certamen. Hay escritores de largo recorrido que se han dado cuenta de que existe este gran premio.

Marta Sanz, Berna González Harbour y María Ángeles Naval
María Ángeles Naval, Berna González Harbour y Marta Sanz. Foto: S.E.

¿Qué opinión tiene del Festival Barbitania? 

Paco Goyanes y Ana Cañellas han creado una estructura imaginativa muy bonita para poder hablar de la cultura a través de los vínculos y ese campo semántico. Sentar en mesas a personas que han reflexionado sobre esos asuntos y que no están tan preocupadas sobre la publicitación de sus libros, sino en compartir con los demás esos asuntos que tienen que ver con el lado conversacional de la cultura me parece sensacional. Y hacerlo en Barbastro, que tiene un premio literario importantísimo desde hace tantos años, se crea una sinergia estupenda que debe mantenerse. No creo solo que es bueno, sino que puede convertirse en un foco que atraiga a más personas. 

Sobre la mesa redonda en la que ha participado junto a Sabrina Janesch, Agustín Fernández Mallo y Edurne Portela, ¿cuál es el vínculo de la violencia con la literatura?

Cuando hablamos de violencia en la literatura no hablamos solo de temática. Solo se puede hablar de asesinatos, feminicidios o gente degollada. Por supuesto que no. Estamos hablando de la capacidad del lenguaje para resultar violento, para resultar subversivo en el mundo en el que vives. Hemos hablado también de eso que se puede considerar violento o inusual depende del marco o del contexto en el que generas el discurso.

Hemos planteado la violencia desde el punto de vista estilístico. Desde formas muy suaves y fáciles puedes estar estableciendo un vínculo con el lector profudamente violento y como, a veces, con estructuras crueles y con violencia sintáctica, lo que puedes estar haciendo es intentar que los lectores tengan una mirada más ética y compasiva respecto a la realidad.

«Desde pequeña siempre quise ser mujer fatal. Quise ser hada, ladrona de bancos y cajera de supermercado»

Marta SanzEscritora

Personalmente, ¿siempre quiso dedicarse a escribir?

Como he dicho en la mesa sobre feminismo, desde pequeña siempre quise ser mujer fatal. Quise ser hada, ladrona de bancos y cajera de supermercado. Luego supe que me gustaba leer y hacer redacciones escolares. Estudié filología, pero nunca pensé que iba a ser escritora.

Realmente, es un oficio donde la soledad siempre está presente.

Por una parte estás sola, pero es un oficio que requiere estar muy atenta a las cosas que suceden alrededor y los grandes problemas de tu contemporaneidad. Atenta a todas las voces que, en realidad, cuando en el momento de escritura estés sola para buscar las mejores palabras, al final estableces una conversación. A través del texto abres líneas de conversación y diálogo. Ese carácter romántico y solitario de la escritura forma parte de lo mítico. Y de los prejuicios del ejercicio sacrosanto de escribir.

«No se puede hablar de proyectos culturales rentables, la cultura es absolutamente necesaria para construir la calidad democrática de los países»

Marta SanzEscritora

Sin embargo, también tiene esa faceta de socialización en eventos como este.

En ese sentido, cada vez soy más crítica. Por una parte, hay algo muy bonito en poder hablar de tú a tú con los que leen tus libros, pero por otra parte hay algo de autoexplotación por nuestra parte y de no querer perderte nada porque tu trabajo es frágil. Te da mucho miedo no decir que no a algo, porque este trabajo, que parece tan maravilloso, tiene momentos de bajón, olvido y precariedad.

Hay veces que tienes que agarrarte a un clavo ardiendo para estar siempre en el candelero y no en el candelabro. Ahí hay una contradicción. Esto sucede con los oficios vocacionales. Vivimos una sociedad en la que el trabajo es un castigo. Entonces si trabajas en algo que te gusta, ¿cómo te voy a pagar por un trabajo que te satisface? Tenemos que reivindicar que las personas que trabajamos en lo que nos gusta también tenemos que pagar nuestras facturas. 

¿Cómo cree que trata nuestro país a la cultura?

Las sociedades que maltratan a su cultura en general, ya no solo a sus miembros, habla mal de sí mismas. Yo empecé a colaborar en la radio con la cadena SER cuando me llevaron para una entrevista que le hizo la periodista Àngels Barceló a José Guirao, cuando le nombraron Ministro de Cultura. Mi pregunta fue si la cultura era algo que teníamos que pensarla desde el punto de vista de la rentabilidad, sostenibilidad o no echarle cuentas.

En determinadas cosas como es la cultura asociada a la educación, y no asociada al espectáculo, en un país plenamente democrático, no se le pueden echar cuentas. No se puede hablar de proyectos culturales rentables, la cultura es absolutamente necesaria para construir la calidad democrática de los países. Desde el punto de vista de las instituciones, el apoyo cultural para garantizar unos mínimos y la salud semántica es imprescindible.

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