Barbastro

Adolfo Lanao: «Muchos de los alimentos que consumimos viajan en avión»

Adolfo Lanao, residente de Enfermería Familiar y Comunitaria del Sector Barbastro, pone el foco en la importancia de fijarnos en la procedencia y coste de los alimentos que consumimos

alimentos viajeros
Adolfo Lanao Martín. FOTO: S.E.
El Cruzado
28 febrero 2023

La Enfermería Familiar y Comunitaria se ocupa de nuestra salud en el sentido más amplio. Es decir, atiende todo lo que puede influir en nuestra salud. Y por eso, los hábitos saludables y el cuidado de nuestro entorno son vitales para mantener la salud

¿Qué son los alimentos viajeros?

Garbanzos de México, banana americana, manzanas del Tirol o naranjas de Sudáfrica. Estos son algunos de los llamados alimentos kilométricos. Aquellos que recorren enormes distancias antes de llegar a la mesa.

Hoy en día, la mayoría de los alimentos que comemos viajan entre 2.500 y 4.000 km antes de su consumo. Y eso supone un incremento del 25 por ciento respecto a inicios de los años 80.

Resulta alarmante ver alimentos típicos de nuestra dieta, de nuestro paisaje, que cuando vamos al establecimiento a comprarlos comprobamos que han sido producidos a miles de kilómetros.

Por ejemplo, el 87 por ciento de los garbanzos que se venden en España son importados, principalmente de México y Estados Unidos. Desde el productor al consumidor final han recorrido 7.500 km en un trayecto transoceánico para un producto que lleva casi treinta siglos cultivándose en nuestro territorio.

Se calcula que cada kilómetro que recorre una tonelada de producto aporta una emisión de 0,002 kg de dióxido de carbono si viaja en barco; de 0,069 kg en ferrocarril; de 0,11 kg en camión; y de hasta 2 kg cuando el transporte es aéreo.

Actualmente, muchos de los alimentos, especialmente los frescos, están viajando en avión.

¿Qué repercusiones tiene a nivel global?

La Organización Mundial de la Salud advierte que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud de la humanidad.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte que, para evitar impactos sanitarios catastróficos y prevenir millones de muertes relacionadas con el cambio climático, el mundo debe limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C. Las emisiones de CO2 del pasado ya han hecho inevitables un cierto nivel de aumento de la temperatura mundial. Así como otros cambios en el clima.

Por otro lado, se está produciendo un control y concentración del mercado agroalimentario por parte de las principales multinacionales del sector que deciden los países de producción de cada alimento, los precios, las semillas o los tipos de alimento que se comen en cualquier parte del mundo.

Ese control también se ejerce sobre los ajustados salarios de los empleados y las agresivas técnicas de producción sin respetar el ecosistema. Todo ello con el fin de conseguir un producto muy barato. 

¿Y a nivel local?

Por un lado, el coste ambiental: los modelos de explotación latifundista están cambiando los ecosistemas locales. Se cambia el entorno amenazando a las especies animales y vegetales que en el viven y que necesitan de esa variedad de especies para sobrevivir. Además, se producen plagas que en muchas ocasiones se controlan mediante fitosanitarios químicos.

Por otro lado, el coste social y económico: se pierde la soberanía alimentaria de cada territorio. Se empobrece el acceso a una pluralidad de alimentos tradicionalmente locales y que varían según la temporada.

Este modelo empobrece a la población local porque la soberanía alimentaria ya no está en el territorio, ahora está a merced de las grandes compañías.

Y acarrea efectos como la desaparición de los mercados locales, ya que los alimentos que ya no se producen en un lugar, se traen de territorios lejanos a través de las propias multinacionales. Los precios quedan marcados por los mercados internacionales.

Esto también hace que se pierda la costumbre gastronómica e identidad de cada zona globalizando la dieta mundial.

Por ejemplo: podemos comer uvas en cualquier época del año, pero esas uvas que vienen desde otros continentes: ¿cuánto CO2 llevan en su trasporte?, ¿o en su conservación? ¿Qué se producía en nuestro territorio en las épocas que no comíamos uva?

Este control del sistema productivo elimina los mercados locales, pequeñas empresas que ofrecen soporte y servicios, reduce los pequeños productores y empobrece a la mayoría de las personas que viven en lugares donde la agricultura y la ganadería vertebran la sostenibilidad del territorio.

¿Qué podemos hacer?

Cuidar del planeta no es sólo responsabilidad de los gobiernos. Cada ciudadano debe tomar consciencia de la necesidad de protegerlo para contribuir, a su vez, a garantizar la salud de cada una de las personas que viven en él. Un conocido eslogan resume esta actitud: piensa en global, actúa local. 

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