Ahora y siempre
Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
Ahora y siempre

Con el corazón henchido

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
12 febrero 2023

Estaban preparados Melchor, Gaspar y Baltasar. Después de un viaje lleno de peligros, habían ofrecido sus presentes al niño y comprendían que no habían acertado con los regalos. Pero he aquí que apareció un cuarto rey. Había salido de su palacio como los otros reyes, con un presente: tres preciosas perlas que era necesario regalar a un rey recién nacido.

Lentamente, se arrodilló a los pies del infante, levantó la cabeza y le dijo: Señor he llegado más tarde que mis compañeros y no te puedo dar las perlas que traía.

Verás: dejé a mis compañeros porque iban más lentos que yo y me quedé pernoctando en una posada. Allí vi a un anciano acurrucado en un rincón tiritando de fiebre. Antes de que muriera, di una perla al posadero para que buscara a un médico y curara al anciano y, si moría, le diera sepultura.

Al día siguiente retomé el camino. De pronto unos gritos de auxilio hirieron mis oídos. En un recodo unos bandoleros maltrataban a un prisionero. Eran muchos, y no me atreví a luchar contra ellos; pero les di la segunda perla en pago por la libertad de aquel muchacho.

Tan sólo me quedaba una perla y me moría de ganas de ofrecérosla, Señor. Estaba seguro de llegar a Belén al atardecer cuando apareció ante mí un pueblo en llamas. Los soldados de Herodes acababan de incendiarlo. Ofrecí mi última perla al capitán de los soldados para que dejaran en paz a aquellos pequeños y sus madres pudieron estrechar a sus hijos y esconderse con presteza. Por eso, Señor ahora os vengo a adorar con las manos vacías.

Cuando el rey persa concluyó su confesión, el chiquitín puso sus manitas encima de las palmas de las manos vacías del rey persa, palmeó con alegría y le sonrió.

Con esta historia que he tomado de J. Joergensen quiero significar la misión encomiable que las mujeres que integran Manos Unidas realizan para erradicar el hambre en el mundo y devolver la dignidad de muchos pueblos. Seguro que el proyecto que nos ha sido asignado, por valor de algo más de setenta mil euros, dejará nuestras manos vacías pero henchido nuestro corazón. Gracias por vuestra solidaridad.

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